Clones, tecnohumanos y los límites de la vida artificial según Rosa Montero - Infobae

2022-11-14 15:01:25 By : Ms. Cherry Wang

Aquellas personas que se enamoraron de Bruna Husky, la célebre “tecnohumana” que la escritora española Rosa Montero creó para su libro Lágrimas de la lluvia y que luego desarrolló en El peso del corazón y Los tiempos del odio, tienen una oportunidad única para reencontrarse con este entrañable personaje en Animal oscuro, un ecléctico monólogo existencialista que coquetea con la dramaturgia.

“Bruna es el personaje que más me gusta de todos los que he hecho. Es muy poderosa. Me pega patadas dentro de la cabeza porque quiere que escriba de ella. Y además me siento muy identificada con ella”, dijo Montero desde España en entrevista con Infobae Leamos.

Animal Oscuro: Bruna Husky, editado por IndieLibros como contenido exclusivo de Bajalibros, sigue la historia de Bruna, una “replicante” o tecnohumana de combate que, luego de dos años de trabajo para la compañía que la creó, consiguió su libertad y ahora es detective privada en la Madrid de 2109. Alta, atlética, modificada genéticamente para aprovechar al máximo el olfato, la vista y la fuerza, Bruna nació con 25 años y sabe que su vida tiene un final establecido: cuando cumpla 35 —tiene 31— un proceso degenerativo la matará en el término de una semana.

En la mejor tradición de la ciencia ficción, Bruna Husky es un espejo que interpela al lector desde el sentimiento trágico de la vida. Si en las novelas el ritmo lo lleva la trama policial, lo que se pone en juego en Animal oscuro es el componente filosófico. ¿Cuáles son los límites de la vida artificial? ¿Qué derechos tienen las entidades creadas por los seres humanos? De cara a un futuro incierto en el que el avance de este tipo de tecnologías parece imparable, Animal oscuro es una forma ideal de empezar a pensar, a través de la ficción, estas problemáticas que, con el pasar de los años, resonarán cada vez más.

Oscuridad total. Sonido de lluvia en la ciudad. Se escucha una voz que susurra: “Tres años, siete meses y seis días... Tres años, siete meses y seis días...” Ahora oímos también tráfico lejano, una ambulancia. Maúlla un gato.

¡Vaya! Mira la cantidad de gente que hay aquí. ¿Qué os ha hecho salir a todos en una noche tan negra? ¡Ah! Que vosotros no me veis… Se me olvidaba que sólo tenéis esos lastimosos ojos humanos… Y que nunca habéis sido capaces de ver nada…

Bruna, que está en el patio de butacas, enciende una linterna debajo de su barbilla y dirigida hacia su cara, de manera que su rostro se ve espectral. Sonríe malévolamente. Mantiene la luz unos segundos y apaga la linterna. Hay una máquina de humo, de modo que al encender se advierte la bruma. Cuando apaga la linterna aparece, en la pantalla del escenario, una imagen en loop y de tono color sangre del paisaje urbano de Madrid, con nubes amenazadoras moviéndose por el cielo. Esta proyección proporciona cierto resplandor rojizo que ilumina levemente la sala.

Bueno, ahora ya sabéis quién soy. O qué soy. ¿Qué pasa? (sarcástica) ¿No os alegráis de verme? Ja... ¿Por qué será que a los humanos nunca les alegra encontrarse con un replicante de combate en un callejón oscuro?

Mientras habla, va paseando por la sala y tocando ligeramente el cuello y la cabeza de las personas.

¿Será porque soy dos veces más fuerte, más ágil, más rápida que cualquiera de vosotros? Que tú, por ejemplo.... ehhh... no apartes la mirada... Tú, que te crees tan fortachón... No me durarías ni medio minuto. Sabes que estoy genéticamente diseñada para combatir. Y para matar. Y como mis ojos tienen visión nocturna... Os veo. ¡Y os toco! Estoy aquí y luego allá. Rozo vuestros cuellos. Os acaricio. Y con la misma facilidad podría estrangularos.

En ese momento se enciende la luz del escenario. Es una farola de luz amarillenta, no muy fuerte. Vemos mejor el humo. Un pequeño foco enfoca un determinado asiento en donde se encuentra Bruna, que en ese momento está agarrando el cuello de un espectador con ambas manos como si lo fuera a estrangular. Bruna levanta la cabeza, mira a la farola. Suelta tranquilamente el cuello del espectador.

Ah, vaya, han encendido las farolas. Mejor para vosotros y para vuestros pequeños ojos. (Se dirige hacia el escenario.) Pequeños ojos, pequeños cuerpos, pequeñas mentes…. Los humanos lo tenéis todo pequeño, salvo el miedo y el odio.

Se para en el escenario y mira a la audiencia, retadora, sardónica. Dejando que la miren.

Me teméis. Lo sé. No lo queréis admitir públicamente, pero es así. Y es bastante estúpido, teniendo en cuenta que vosotros me habéis creado. ¡Aquí me tenéis! Soy un maldito embrión clonado, manipulado genéticamente por vuestros ingenieros y madurado aceleradamente dentro de una espesa sopa de proteínas, carbohidratos, fosfolípidos, urea y electrolitos. Es lo que vosotros llamáis líquido amniótico, sólo que mi útero materno fue un bonito tanque de acero. Ya sé que no os gusta hablar de todo esto, sé que os parece... no sé, ¿un poco indecente? ¿Algo así como obsceno? Pero es lo que hay. Y os toca escucharlo. Me habéis hecho tal y como como habéis querido que fuera, y aún así me teméis. ¿Hay algo más idiota? (Con rabia.) Sois niños que juegan a ser dioses, unos dioses incultos y crueles… (Sacude la cabeza, intentando serenarse.) Aunque quizá todas las divinidades sean así, ja…. Vuestros dioses tampoco me gustan lo más mínimo. Bah…

Pasea por el escenario como una pantera enjaulada.

(Hablando para sí, como en una letanía.)

Tres años, siete meses y seis días…. Tres años, siete meses y seis días….

Vuelve a pararse y a encararse con la audiencia, retadora y burlona.

No podéis quitarme los ojos de encima, ¿eh? Siempre os pasa lo mismo. Os asustamos pero también os fascinamos. Por eso muchas putas y putos humanos se ponen lentillas con la pupila vertical, como las nuestras, para hacerse pasar por replicantes… Por reps, como nos llamáis despectivamente. Pues sí, seremos unos malditos reps, pero os excitamos. Eh, tú, ¡no bajes la cabeza! No disimules…. Te he pillado mirándome…con tu pequeña y viciosa expresión hambrienta… Os pone nuestra rareza… Nuestra monstruosidad… Os atraen nuestros cuerpos poderosos…. Nuestros cuerpos poderosos. (Repite súbitamente angustiada.)

Bufa o más bien ruge y reinicia sus paseos de pantera y su letanía.

Tres años, siete meses y seis días…. Tres años, siete meses y seis días…

Estos poderosos cuerpos nuestros que vosotros habéis condenado al sufrimiento. ¿Por qué tuvisteis que hacerlo, maldita sea? Imaginad por un momento que vosotros vivierais tan sólo diez años y que supierais exactamente cuándo vais a morir, como nos pasa a nosotros. ¿No odiaríais a quien os hizo eso? Diez años de vida nada más... Un soplo, una condena. Nacemos a los 25 años de edad y a los 35 se nos dispara el proceso degenerativo que nos mata en una semana... ¿No os habéis parado nunca a pensar en el porqué de esa cronología? Nos creasteis como esclavos y esa década es, precisamente, la de mayor rendimiento. Ahora somos ciudadanos supuestamente libres y nos decís que no sabéis cómo evitar el deterioro. Resulta difícil de creer...

(Ruge y pasea como una fiera enjaulada por el escenario.) Tres años, siete meses y seis días. Eso es lo que me queda por delante. Cada año paso por la fecha de mi futura muerte, que es el 17 de octubre, (Hay que calcular los meses y los días en cada representación.) y os odio un poco más. No me miréis así, estúpidos: vosotros también pasáis cada año por el día de vuestro cumplemuertes, sólo que todavía ignoráis cuál es. Si lo supiérais… ¿lo celebraríais con una tarta de velas negras? Cada año una vela menos, como yo.

Ruge, desesperada. Da dos zancadas por el escenario, se detiene, saca una cajita de un bolsillo y de la cajita saca una píldora que se traga. Vuelve a guardarse la caja en el bolsillo.

(Encarándose al público, desasosegada, agresiva, chula.) Claro que nosotros morimos jóvenes. Morimos bellos. Bueno, por lo menos hasta casi el final, hasta la semana de nuestro atroz deterioro. Eso es una ventaja, ¿no? Antes os he dicho que os odio, pero en realidad os desprecio. Nunca querría ser como vosotros. Y no sólo por vuestra cruel frivolidad, sino también por esa fea vida vuestra. Vosotros los humanos…. Ja, si tenéis suerte y sois longevos, os va devorando la vejez…. Ah, la decadencia… la pérdida de vuestras fuerzas… de vuestra autonomía… La vista, el oído, los dientes, la cabeza…. (Malévola.) Ja… si tenéis suerte y sois longevos, termináis hechos una ruina…. Y si no tenéis suerte os morís jóvenes…. (Sonríe maligna mirando al público pero poco a poco esa sonrisa se convierte en un rictus de congoja.) Ahhhhhhh, no , no, no, no….. (Da vueltas desesperada por el escenario) Tres años, siete meses y seis días… Tres años, siete meses y seis días…

De pronto se endereza y da una serie de volatines por el escenario. Unas cabriolas muy físicas. Como un animal joven necesitado de descargar su energía. De ahora en adelante, progresivamente y hasta el final del monologo, Bruna se va a ir poniendo más carnal, más densa en sus movimientos, más animal, más febril y sensual.

♦ Nació en Madrid, España, en 1951.

♦ Escribió novelas como Te trataré como una reina, Amado amo, La hija del caníbal, La carne y Los tiempos del odio.

♦ En 1980 ganó el Premio Nacional de Periodismo Literario, en 2005 el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid y en 2017 el prestigioso Premio Nacional de las Letras, en España.